jueves, 25 de octubre de 2012
El malabarista
Hoy cuando llegué a las corridas a la parada para alcanzarlo, el colectivo me pasó de largo como si fuera un fantasma. Me quede ahí, mirando al gordo que manejaba con cara de reproche mezclada con pinta de perrito mojado. Forro, me vió, el colectivo no iba lleno y no paro... Suerte que tomo esos signos como cosas del destino. Por 5 segundos más o 5 segundos menos de casualidades podés cruzarte con el amor de tu vida y conocerlo, que se yo, o mirar al piso y encontrarte $100.
Fue entonces que el semáforo se puso en rojo y uno de los crotos que estaban sentados ahí al costado se paró y agarro los "cosos" (que no se como se llaman) que tenía al lado para hacer malabares.
- ¡¿No paró?! -dijo
-No... -costesté yo
- Que mala onda!!! -me respondió a los gritos
- ¡Está re loco! - dije entonces
Y ahí fue cuando se plantó en frente del tráfico: autos, camionetas, bicis y motos con giles arriba usandolas para hacer ruido.
- Buenas. Buenos días, buenas noches, buenas tardes... Vos que me estás mirando ahí - dijo señalando al conductor de auto que tenía en frente- ¡A vos te lo dedico!
"Que valor" pensé. Hay que bancarsela para estar ahí en frente... hay que ser un tanto cararrota también pero no cualquiera lo hace. Por un lado, los ves y decís "Que vagos" y se te cruza por la cabeza, tal vez, al ver las mochilas que están tiradas a su lado "Tendrán donde dormir o se tiraran en alguna plaza?"
Pero se la bancan. Se la bancan porque viven como quieren. Nadie los manda. Son sus propios jefes, a un costo alto, pero saben bien lo que quieren.
Mientas pensaba todo esto vi que empezó a revolear los cosos esos fluorecentes con los que hacía malabares e iba muy bien, lo estaban mirando un monton de personas pero no le temblaban las manos y nada lo detenia hasta que... se le cayó uno. Y hasta yo me agarre la cabeza con cara de "NO!" pero el tranquilo, lo volvió a agarrar, sonró al público y volvó a empezar, como si nada, enterrando ese fracaso en el pasado. "Ojalá yo superara mis caídas así!" pensé "Ojalá tuviera esa capacidad de equivocarme y seguir jugandomelá igual". Entonces vi que llegaba el colectivo y el malabarista, que ya había terminado con su labor, me dijo "QUE PARE! QUE PARE!". Le sonreí, y el colectivo paró. Me subí... y me tocó boleto capicua.
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